Siempre estaba escondido en un rincón, vigilando, esperando a ser
necesitado. Sólo una vez al año aparecía brevemente. Lo justo para dejar
un regalo con su nombre en un lugar visible. Era su forma de decir:
“Gracias por seguirme el juego”.
Texto: Pepe Fuertes (@pepefuertes)
Ilustración: Teresa Cebrián (@cebrianstudio)
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