Era lógico. Si las fiestas navideñas empiezan el 25 de diciembre
después de que venga Papá Noel y acaban el 6 de enero después de que
vengan los Reyes Magos, para que el resto de días sean días de navidad,
otros tenían que venir a hacer cosas. Así, un día venía el Señor
Electricista, que arreglaba un enchufe. Otro venía el Señor fontanero,
que revisaba las tuberías. Otro el monstruo Lucas, que hacía desaparecer
las galletas. Luego, uno que dice ser amigo de alguien, que nadie ve y
que deja regalos… y así hasta completar los 14 días.
Era la única explicación para que no dejara de entrar gente en casa.
Texto: Pepe Fuertes (@pepefuertes)
Ilustración: Teresa Cebrián (@cebrianstudio)
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