8.12.11

Debería estar en un museo

Las servilletas de papel nacían para limpiar el mundo y después ser enviadas a reciclar, siguiendo el ciclo que habían seguido todos sus ancestros. Una vida plena y simple. Ella se había estado preparando mentalmente para ello durante meses. Primero, en la oscuridad del templo de oración, mientras esperaba envasada en la oscuridad de una caja. Más tarde en el servilletero, desde donde conocía su entorno y el tipo de manchas que tendría que limpiar. Tras unos días allí había llegado a saber todo lo que necesitaba sobre salsas, refrescos y papilla. Pero nadie la había avisado de que aquello le podía ocurrir.

Miraba a su alrededor cada día. La habían metido en una urna. ¡Allí nadie podría utilizarla! Ella nunca podría contribuir a limpiar el mundo. Quedaría inmaculada para toda la eternidad. ¿Y todo por qué? Por que a alguien se le había ocurrido dibujarle algo y a otro alguien le había resultado tan "interesante" que la habían puesto en un museo. ¡La gente la miraba durante horas sin llegar a tocarla! Además, ¡la urna estaba sucia! ¿A nadie le importaban las tres motas de polvo que había en el cristal? Si pudiese moverse un poco...

Entonces alguien pasó un trapo por el cristal y se llevó el polvo. Después limpió toda la sala, incluso los rincones más oscuros y la dejó radiante. La servilleta sonrió. Si en el mundo había más gente como aquella persona aún quedaba esperanza. 

Texto: Pepe Fuertes (@pepefuertes)
Ilustración: Teresa Cebrián (@cebrianstudio)

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