- ¡Responde! – gritó el interrogador – ¡Dónde está! ¡Dónde lo has escondido!
- No lo sé – suplicó, tratando de soltarse de la mesa – Yo sólo soy el
mensajero. A mi me dan las letras y yo las envío. ¡Nada más!
- Pero sabrás algo de su contenido…
- ¡No! ¡Para mí sólo son letras sueltas! ¡Nunca las uno! ¡No sé lo que dicen!
- ¡Mientes! – rugió amenazador – Dime de qué va el cuento que estaba escribiendo o de lo contrario…
- Suéltalo – susurró una tercera voz desde la puerta -. Si quieres saberlo, tendrás que esperar hasta mañana.
Texto: Pepe Fuertes (@pepefuertes)
Ilustración: Teresa Cebrián (@cebrianstudio)
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