19.11.11

El mago

Se arremangó el esmoquin y enseñó las dos manos, primero las palmas, los dorsos después. Dijo, "no perdáis de vista mis manos. Es el final del espectáculo". Movió las manos a un lado y a otro, despacio al principio y poco a poco más rápido, más rápido, más rápido, hasta que sólo fueron un borrón blanco. Entonces, sin más, desaparecieron. Después desaparecieron los brazos, los hombros, el torso y las piernas. Quedó la cabeza suspendida en el aire que, sonriente, dio las gracias y también se esfumó. La ovación fue atronadora y sólo se apagó cuando fue evidente que no iba a reaparecer. 

Cuando los espectadores salieron del teatro las manos del mago, flotando en el aire, sujetaban un cartel...

Texto: Pepe Fuertes (@pepefuertes)
Ilustración: Teresa Cebrián (@cebrianstudio

3 comentarios:

Micaela ela dijo...

Me ha encantado.

Anuska dijo...

Cuánta razón!

Oyros dijo...

¿Cuanta razón al "me ha encantado" o a lo que dice el cuento?