Se arremangó el esmoquin y enseñó las dos manos, primero las palmas,
los dorsos después. Dijo, "no perdáis de vista mis manos. Es el final
del espectáculo". Movió las manos a un lado y a otro, despacio al
principio y poco a poco más rápido, más rápido, más rápido, hasta que
sólo fueron un borrón blanco. Entonces, sin más, desaparecieron. Después
desaparecieron los brazos, los hombros, el torso y las piernas. Quedó la
cabeza suspendida en el aire que, sonriente, dio las gracias y también
se esfumó. La ovación fue atronadora y sólo se apagó cuando fue evidente
que no iba a reaparecer.
Cuando los espectadores salieron del teatro las manos del mago, flotando en el aire, sujetaban un cartel...
Texto: Pepe Fuertes (@pepefuertes)
Ilustración: Teresa Cebrián (@cebrianstudio)
Texto: Pepe Fuertes (@pepefuertes)
Ilustración: Teresa Cebrián (@cebrianstudio)
3 comentarios:
Me ha encantado.
Cuánta razón!
¿Cuanta razón al "me ha encantado" o a lo que dice el cuento?
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