Sueña con volar cada vez que cierra los ojos y cada vez que los
abre descubre que nunca podrá tener alas. Se imagina surcando las olas
de mares embravecidos y sumergiéndose en lo más profundo del océano,
aunque sabe que ni tiene ni tendrá nunca escamas, aletas o branquias.
Envidia a quienes atraviesan bosques, montañas y desiertos, con el sol,
la lluvia y el viento a sus espaldas, pues sabe que ya no podrá
imitarles.
Sin embargo no pierde la esperanza. Sigue soñando
cada día desde su cama porque, a pesar de todo, sigue teniendo su cabeza
intacta, repleta de historias, imaginación y un puntito de maravillosa
locura.
Texto: Pepe Fuertes (@pepefuertes)
Ilustración: Teresa Cebrián (@cebrianstudio)
Texto: Pepe Fuertes (@pepefuertes)
Ilustración: Teresa Cebrián (@cebrianstudio)
1 comentario:
Volando voy... volando vengo.
Sueño, luego existo.
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