Cuando se habla de la hora mágica se piensa en la medianoche. Los relojes suenan doce veces y marcan la frontera entre el final de un día y el comienzo del siguiente. Pero eso no es verdad. Al menos, no del todo. Todas los instantes son mágicos y sólo depende de lo que quieras conseguir para elegir uno u otro.
Por ejemplo, pasados treinta y siete silencios de
las tres de la madrugada de una fría noche de invierno es el momento
adecuado para despertarte, mirar el reloj y volver a meterse debajo de
las mantas, las sábanas y los nórdicos de la cama, mientras piensas que
aún puedes dormir un ratito más. Ese es un momento de auténtica
felicidad.
Texto: Pepe Fuertes (@pepefuertes)
Ilustración: Teresa Cebrián (@cebrianstudio)
Texto: Pepe Fuertes (@pepefuertes)
Ilustración: Teresa Cebrián (@cebrianstudio)
2 comentarios:
Qué a gusto está durmiendo :)
Está tan agustito que me da dormirá de un tirón, feliz, acompañado de su mascota.
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